Año: 2021 , Número: | |
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Ver reportaje en El País 10.12.2021: https://elpais.com/sociedad/pienso-luego-actuo/2021-12-10/en-el-pais-de-los-ninos-encontrados.html
Una escuela como una casa, por lo grande y resistente – como se ve en estos 50 años justos que ahora se cumplen – y por ser la vivienda familiar de 6 jóvenes (escolapios) con un buen montón de chicarrones (de 14 años para arriba), juntos en cooperativa.
La historia de aquel parto se cuenta aquí y enseña muchas cosas: que las ideas claras son muy importantes, por ejemplo. En este caso las puso la Carta a una maestra de los chicos de Barbiana y su maestro don Milani. Pero, además, es importante el punto de partida social, ambiental, histórico, como aquel final de los años 60 llenos de renovación y de vitalidad en medio de sus crisis. Hoy, en cambio, no bastaría con lamentarnos de los tiempos que corren, también hay que optar. (Puede ser que hace 50 años fuese más fácil).
Sin embargo, la clave principal de esta historia – aparte una idea común incitante y un clima propicio – está en los chicos concretos y en una férrea voluntad de liberar sus derechos humanos oprimidos: el primero, poder crecer cada uno en humanidad, es decir, ser capaz de entender a todos y poder explicarse ante cualquiera (el lema de la casa más de una vez). Para eso están las escuelas: para nivelar a toda la sociedad en el dominio de la palabra y que no haya tanto bocazas ni tantísimos sordomudos.
De los chicos concretos de aquel curso 1971/72 apenas habla este número, pero ellos enseñaron a sus “educadores” la alegría – ya inolvidable – que da la luz cuando entra a raudales por las nuevas palabras que iluminan una situación enrevesada (lectura común del periódico, por ejemplo) o la alegría de sentirse iguales ante gente de más nivel social (que se dejaba preguntar, por ejemplo). O la alegría, en fin, de palpar que el último de todos era el más importante: un mundo al revés donde se ensalza a los humildes y se derriba de su silla a los poderosos, como se lee en el Evangelio (tal vez, por eso tan omitido en todas partes).
¿Y los creadores de aquella casa-escuela? – Pues las narraciones de sus fundadores aquí consignadas demuestran el azar ocasional por el que algunos llegaron y que apenas se conocían todos entre sí. Van apañados los que no empiezan un proyecto – hasta matrimonial – sin tenerlo todo atado y bien atado de antemano. Al contrario, hay que soltar las propias ataduras y, eso sí, aprender y dejarse enseñar por la vida misma.
¿Y el dinero? El ideal es no tenerlo. Sin duda. Sólo así se puede ser pobre y solidario de verdad con los pobres. Como esta revista (también por ejemplo).
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Comentarios
1 comment postedQué gusto dar leer los relatos de los protagonistas del nacimiento de la Casa Escuela.
Me sigue asombrando lo rápido que nació la idea y la realización.
¡Feliz 50 aniversario!