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Año: 2021 , Número: |
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Ahora, el futuro, que ya bastante hemos mirado al pasado con eso
de los 50 años de la Casa-escuela Santiago Uno y su espléndida
celebración en Salamanca el pasado 25 y 26 de noviembre. Aunque allí
la memoria no nos dejó tortícolis, a pesar de cinco de sus seis fundadores
presentes; desde Italia vino Francuccio Gesualdi para hablarnos del
Papel de la escuela frente a los desafíos del mundo actual ¡un futuro
demasiado inminente y perentorio! Recogemos aquí sus palabras: era el
más pequeño y más querido alumno de don Milani en Barbiana.
Nosotros, metidos de hoz y coz en la escuela española durante medio
siglo, ya hemos visto llegar varios futuros con cada Ley General de
Educación que brotaba del suyo propio y lo quería apuntalar. Así hasta 8
democráticas veces desde 1978, hasta la actual LOMLOE (la Celáa) aquí
explicada por Alfonso Díez. Y ¿qué pasaba después?
– ¡Que cada futuro se hacía presente en un plis plas! o santiamén, como
dice la Academia, y dejaba sus huellas positivas, como escribe Xavier
Besalú.
La UNESCO – la ONU de la Educación, la Ciencia y la Cultura – es otro
buen ejemplo de previsión. Apenas nacida la Casa-escuela salmantina,
dio un salto mortal al futuro con su informe Aprender a ser. La
educación del futuro (1972). Nada menos que una cuestión de ser o no
ser, según la comisión de siete sabios – de Francia, Chile, Siria, Congo,
URSS, Irán y USA – sobre el Desarrollo de la Educación presidida por
Edgar Faure.
Ellos, en plena descolonización y desarrollo, pronosticaron cosas casi
normales hoy: la educación temprana infantil, su permanencia toda la
vida, la mejora de la FP y hasta el uso de nuevas tecnologías (la tele y
el transistor entonces), más el ajuste de los programas a la vida real, a
las condiciones de cada país y, en último término, a cada alumno. Aquel
Informe simpatizaba con la contestación juvenil del mayo 68 e iba
contra los corsés de una élite cultural y social impuestos a todos y con un
enorme fracaso escolar. Por aquellos días las páginas de Pedagogía del
oprimido de Paulo Freire y de Carta a una maestra de Lorenzo Milani
se esparcían por el mundo contra la escuela selectiva, que aún produce
fracaso.
¿Y la escuela de nuestro futuro? Que aborde el cuidado del planeta y el
de los pobres, víctimas del calentamiento global, ya están en la propuesta
del papa Francisco por un Pacto educativo global, que no se puede
ignorar. Tampoco la denuncia escolar del capitalismo salvaje que hace
Gesualdi. ¿O eso también es comunismo? No, si de verdad La educación
encierra un tesoro (Informe Delors, UNESCO 1994).
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