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Año: 2008 , Número: |
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Profes novatos es una constante de esta revista, ya que – jóvenes o viejos – todos los que nos movemos en la escuela, un día u otro, cuando caemos en la cuenta, tenemos que volver a empezar, cambiar el chip, como ahora se dice, cambiar de mentalidad (metanoia), como decían los griegos (y el cristianismo lo tradujo: convertirse). Y eso ¿por qué? Porque el sistema educativo es un horror (no sólo en España). Así que quien entró en él pensando que se trataba de amoldarse, de cumplir con el deber como está mandado, se despierta un día (o una noche) y se percata de que, si lo logra, ése será su propio fin y su fracaso. La máquina domesticadora y selectiva (que desecha casi un 40 % de chavales sin acabar la escuela obligatoria) seguirá con su ritmo engulléndole a él como si tal cosa.
Todo esto lo explica muy bien y muchas veces Educar(NOS) y hasta ¡el libro que nos fundó! La Carta a una maestra produce en muchísimos lectores un verdadero shock, la mayoría de las veces, entusiasta y liberador. Y la prueba está en que, luego, los chocados ya no entienden apenas nada de la jerga pedagógica oficial. Les parece una logomaquia absurda, divertida o hasta irritante, según el día y el tema (si es que uno logra saber de qué se habla).
Así sucede con la fabricación de maestros y profesores (como sale en esta revista). Menos mal que huimos de un horror, pero – de momento – en el horizonte hay un galimatías que, puede que sí o puede que no (más bien), resolverá problemas urgentes y graves de nuestra escuela. Un ejemplo: cuarenta años después del libro que nos fundó, El País – nada menos – se descuelga con estos titulares y fotos a 8 columnas: Demasiadas vacaciones. 175 días mal repartidos. Un calendario escolar, imposible para padres trabajadores y dudoso para el aprendizaje, está en cuestión (5.2.2009). ¿Habla de la guardería o del fracaso escolar? ¿De PISA y de las mil tensiones de las aulas, o de darse más de un garbeo?
Pues eso, nuestra convergencia en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) para preparar desde ahora el profesorado necesario equivale a un mide-leches universitario bien calculado para asegurar las competencias profesoriles europeas. Es como un guasa que llegó al mostrador de los comestibles y dijo: “¡Un metro de leche!” El vendedor, sin cortarse un pelo, mojó su dedo en la cántara y trazó una raya blanquecina sobre el mármol. “¿Quiere que se lo envuelva?” le espetó.
¡No conviene despreciar los mide-leches! Y esto lo es. Es la leche. Novatos, no dejéis de leer Carta a una maestra. Todavía es nuestra mejor herramienta.
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