Año: 2010 , Número: | |
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¿Y si las prisiones tuvieran como objetivo principal recuperar a los ciudadanos que han metido la pata alguna vez y que han chocado - gravemente - con el Código Penal? ¿Qué otra finalidad podría tener una cárcel? ¿Castigar a tales ciudadanos y vengar a sus víctimas...? Ummm, si no se logra la recuperación, malo, malo; cuando salgan volverán a las andadas.
Por eso, la tradición humanista – sobre todo los ilustrados – pedía también para las cárceles lo que, en último término, muchos siguen pidiendo a las escuelas: que modelen al ciudadano perfecto y, si es necesario, que le corrijan para encauzar su conducta por la senda marcada. Según eso, también la cárcel es un correccional, como algunas escuelas especiales y, en definitiva, como cualquier otra... Así que los maestros no deberían ser unos intrusos entre rejas. Y peor para Platón, si dejó escrito en la República que “el hombre libre no puede aprender nada como esclavo”.
Con todo, poco a poco, ha prevalecido el carácter represivo y punitivo de las prisiones. La democracia se resiste a ello y, cada vez más, circulan por las prisiones auxiliares terapeutas, psicólogos, trabajadores sociales y voluntarios de todo tipo, que ayudan a la reinserción social de los presos. Aunque nadie sabe explicar cómo es que hay más presos dentro cada día. ¿Cada vez somos más malos? ¿No nos mejora la democracia?
Una de las pocas alegrías de estas navidades del 2010 ha sido la salida a la calle de los negros del top manta. ¿De qué se iban a corregir dentro? ¿De pasar hambre fuera? Y es que el cauce general que marca – pero ¿quién lo marca, el mercado global? – es muy exigente. Urge revisar para qué sirven las cárceles y cuánto cuestan. Estamos pasando del Estado social al Estado penitenciario. Y no sería raro que un día también las cárceles se privatizaran y se encargaran de ellas – sinónimo de lucro – ONGs sin ánimo de lucro (como dice J.L.Segovia, un libertador de los manteros, que de prisiones entiende un rato). En los reformatorios juveniles ya sucede hace tiempo. ¿Hay que lamentarlo? (Que salen más baratos es un hecho).
Antes había maestros especiales – funcionarios de prisiones – en las cárceles; ahora no. Las plazas escolares se ofrecen a todos los maestros (y sus vacaciones se asimilan al exterior y a otro ministerio, el de Educación). ¿Qué nos enseña esta buena gente a todos los demás? Educar(NOS) también ha pedido su testimonio a capellanes y gente de la pastoral penitenciaria católica: uno de los sectores más ejemplares de la Iglesia española y del evangelio del Cristo preso y ajusticiado. No se puede ignorar.
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