Como a muchos, la muerte, esta semana, de Georges Moustaki, me ha movido bastante las entrañas y removido las neuronas de la rememoranza.
Al contrario que muchos de mi edad, yo NO aprendí francés escuchando discos de Moustaki. Eso es así. Aunque también es cierto que la profesora de 1º de Bachillerato (de BUP) sí que lo intentó.
La profe de francés de ese curso, recuerdo que nos llevó un tocadiscos ¡revolución de los medios audiovisuales! y durante algunos días nos puso díscos (de vinilo, lógicamente) de Moustaki, de Brassens y supongo que de alguno más.
Y no recuerdo más de sus clases ni de esa profesora. Estoy hablando de... (a ver que recuente)... 1977.
Todo en ese año era nuevo. Era mi primer año de Instituto. También era el primer año de ese Instituto.
De la profe de francés no recuerdo ni el nombre, ni la cara, ni nada de nada. Supongo, que como muchos de los profes que abrieron ese instituto era una "penene".
Para los no tan viejos explico que ser penene no era un insulto, aunque lo parezca. Al menos no era un insulto por parte de los alumnos. Sin embargo puede que fuera un insulto ser penene por parte de la administración, porque en esa época los recuerdo en constantes huelgas por sus situaciones laborales. Los penenes eran los Profesores No Numerarios, el peldaño más bajo en el escalafón profesoril.
Vuelvo al tema. Como decía, la profe de francés supongo que lo intentaba. Ponía todo su esfuerzo con estos métodos, para entonces novedosos al menos para mí, para que aprendiera más y mejor el francés. Un total fracaso. No aprendí nada de nada.
En descargo de la profesora de francés de ese año, de sus esfuerzos y de sus métodos, tengo que decir que ni ella ni ninguno de los profes de francés que he tenido durante 11 años que lo he estudiado han logrado que aprenda lo más mínimo de ese idioma (ni de ningún otro).
He de reconocer que soy un caso patológico para los idiomas. Me he de plantear donar mi cuerpo a la ciencia, por si con una trepanación dan con algún lóbulo del cerebro específico que impida rotundamente el aprendizaje de cualquier idioma distinto al español.
También en el descargo de esa profe de francés es que logró, como efecto secundario no sé si deseado o no, verdadero gusto por la música de Moustaki. Me ha encantado desde entonces. Las tarareo casi todas. Cantarlas es otra cosa, logro cantar una estrofa de "Le facteur" y la de "Muertos de amor" (es que esta es en español, jeje).
Ese efecto secundario del francés es curioso. Me torturaban con la obligación de leer en francés los libros de rigor: Lettre de mon mouline, Poil de carotte, La peste, Le petit prince, En attendant Godot... pues lejos de provocarme odiarlos de por vida, me provocaron su lectura traducidos al español. Por cierto, buena selección de libros que nos proponían.
Algo parecido me pasó ese mismo año con la literatura. Nunca he levantado cabeza en lengua y literatura, ni he sido capaz de entender qué coños querían esos profes que pusiera cuando me pedian hacer los odiosos comentarios de texto... pero el profe de este curso me obligó a leer Las ratas... y desde entonces no paré durante muchos años de beberme toda obra de Delibes que pillaba en la biblioteca.
Si al final va a ser verdad que en esto de la enseñanza no está todo perdido.
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