Ahora que estamos preparando para el 2017 el 50º Aniversario de Carta a una maestra y de la muerte de Lorenzo Milani, revisando textos y lecturas, me he dado de frente, en mi modesta biblioteca, con Experiencias Pastorales (1958) y le he echado mano. Así que aquí estoy releyendo a todo un clásico, que el 15 de diciembre de 1958 fue retirado por el Santo Oficio por “inoportuno”. Así nos lo cuenta José Luis Corzo, su traductor, presentador e introductor de la obra en España en 1975, en lo que imagino un esforzado y valeroso afán por divulgar este tesoro pedagógico, que tanto agradecemos y debemos. Impagable.
Corría el otoño de 1978 -¡qué jóvenes éramos!-. Una apacible y soleada tarde de octubre paseábamos por los alrededores del pueblo, donde ejercíamos respectivamente de sacerdote y maestro, Carlos Martín y yo. Un paseo muy clásico, señaló él con ironía (sólo faltaba el alcalde para completar el cuadro de las fuerzas vivas). Hacía poco que nos conocíamos, así que en este primer contacto, más cercano y personal, nos tanteábamos (“a ver cómo respira éste”, que decimos por Salamanca) con preguntas acerca de nuestras inquietudes y proyectos. Y hablando de educación yo saqué lo que entonces tenía más reciente y más influencia ejercía en mí, Carta a una maestra y el maestro de Barbiana, Lorenzo Milani. Fue un crucial punto de inflexión, porque la coincidencia entre los dos fue plena. Yo hablaba entusiasmado mientras Carlos me escuchaba interesado, asintiendo, con un brillo ilusionado en sus ojos, sobre todo por lo que suponía ese feliz encuentro que presumía una fecunda amistad y colaboración entre dos jóvenes entregados a su trabajo en el medio rural. En un momento de la animada charla, Carlos, viendo mi admiración por la personalidad de Milani, me preguntó, ¿has leído Experiencias Pastorales? No, le contesté. Entonces no sabes nada de Milani. Te lo traeré, prestado, mañana. No, le dije, lo compraré este fin de semana; lo quiero tener, devorarlo, subrayarlo, hacerlo mío. Intuía, sin conocer el libro, que allí encontraría lo que necesitaba saber de Milani, como afirmaba Carlos. Y así fue.
Lo leí y releí durante todo el curso 78/79 en Ahigal de Villarino, una desconocida aldea de la comarca de Vitigudino de mi primer destino como maestro en una escuela unitaria con 14 alumnos de los 5 a los 14 años, preescolar y EGB juntos para mí solito, con veintipocos años. Su prosa tan realista y directa en muchos momentos, y surrealista en otros; dura y descriptiva con la frialdad de un bisturí, sin ninguna concesión a la lírica sentimentaloide habitual, me sacudieron. Me costó leerlo y entenderlo. No fue un pasatiempo, desde luego, aunque mis desordenadas lecturas no lo facilitaron, ya que tenía que haber sido lo primero que debería haber leído de Milani. O no, quién sabe… Pero me acompañó y reconfortó en los buenos y en los malos momentos de aquel inolvidable curso escolar. Lo cierto es que en las Experiencias, está el germen de la Carta, que nació nueve años después, en 1967, y sin aquellas no se entiende totalmente ésta, que tanto y a tantos nos ha influido. Tenemos 2017 por delante para celebrarlo. Entre tanto, para calentar motores, bien vale una reposada relectura, con nuevos ojos, si cabe, de Experiencias Pastorales, la obra más completa y personal de Milani. Alfonso Díez
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Comentarios
2 comments posted¡Pero qué lindo escribes!
¡Gracias, y adelante!