No hay quien los entienda. Ni falta que hace, ya lo veréis; porque son indecibles, inefables; ni ellos mismos podrían embutir en palabras lo que les pasa y, nosotros, menos. Estos chicos y chicas de hoy hunden sus raíces en un limo profundo que no fue el nuestro y todavía se desconoce. El mantillo de nuestro fondo era otro y ya cuenta poco si mejor o peor. Y es que el inconsciente colectivo de cada época es diferente y, sobre todo, eso, es inconsciente. Pero de él emergen las conciencias individuales y por eso son tan parecidas unas a otras a cientos de kilómetros.
|