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Año: 2009 , Número: |
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El dedo de Milani todavía señala caminos y prohíbe autopistas, aunque en Italia –donde se lee y escribe mucho sobre él– algunos, como los tontos, no miran adónde apunta, sino, en vez de mirar al cielo, miran al dedo acostumbrados a chuparse el suyo. Bastan dos de frente para comprender su reto: tratar de meter el dedo en la llaga de los problemas más graves de hoy.
En EducarNos hemos preferido siempre los problemas, aun sin dejar que se nos vaya de los dedos un maestro que supo no pillárselos en las muchas trampas de esta escuela clasista, por ejemplo. Nadie dirá que no hemos movido un dedo para darle a conocer; lo hicimos en el monográfico nº 11 del 2000, con ocasión de haberlo incluido Cuadernos de Pedagogía entre los once pedagogos más relevantes del siglo XX. También en el nº 37 (2007) con ocasión del encuentro nacional que le dedicaron las Escuelas Asociadas de la UNESCO en Salamanca. Y en cada número suele M. Martí enmarcar para beber una selección de sus textos, que a más de uno le gustan más que comer con los dedos. El nº 37, por ejemplo, contiene 14 autorretratos suyos.
Ofrecimos su bibliografía hasta 2003 (en el nº 24) y hoy la completamos hasta 2009. Hemos hospedado a varios testigos alumnos suyos, aunque nos caben en los dedos de una mano, como E. Martinelli (nº 8 y 11), Enrico Zagli (nº 41) y Francesco Gesualdi (nº 37 y 38). También a algunos amigos como Luciano Alberti (nº 28) y el propio M. Martí (nº 37). Hoy traemos dos testimonios más con motivo de un caso reciente: alguien
les ha metido el dedo en la boca atribuyendo a Milani lo que no se debe y han respondido Adele Corradi (v. nº 19/20) y G. Pecorini (v. nº13).
Pero acaba de viajar a dedo por el norte de Italia invitada a seis ciudades donde diversos estudiosos han presentado la tesis doctoral de nuestro director, recién traducida al italiano, a dos dedos del éxito por tratar de unir lo que en Italia es frecuente separar: la dimensión pedagógica de Milani y su religiosidad más profunda. Tal viaje va a ser lo oficial en este nº. El eje no puede ser más que la mirada de Francesco Gesualdi, el alumno que mejor ha sabido batir los dedos para llamar nuestra atención hacia lo que Milani apunta: nada menos que la crisis del sistema y la globalización. Crucemos los dedos, sin temor a que se nos hagan huéspedes, para evitar que aquí sean nombrados a dedo los salvadores de ciertos problemas de la escuela y de la Iglesia. Y hasta que san Juan baje el dedo tratará de distinguir los verdaderos problemas junto a las víctimas; como Cristo nos enseña, Milani lo aprendió y Quevedo nos avisa: No he de callar por más que con el dedo, / ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises o amenaces miedo.
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