Año: 2006 , Número: | |
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Cómo aprender los que enseñan nos planteamos aquí. ¿Con qué mimbres se hace un maestro o una profesora mientras ejercen como tales? No buscamos el perfil del docente ideal [Educar(NOS) 8 (1999)], sino profundizar en su formación permanente, más que inicial. ¿De qué manera se actualiza el profesorado? ¿Cómo hace para ponerse al día y cómo se las arregla para afrontar con eficacia los muchos y difíciles problemas que la enseñanza implica? Los que se dan a diario en los centros docentes y en las aulas, entre compañeros y compañeras de trabajo, con los alumnos, con sus padres, con la administración educativa, etc. Es decir, los “gajes” del oficio docente.
Como cualquier otro profesional, el profesorado está obligado a realizar su trabajo lo mejor posible, dentro, naturalmente, de las condiciones laborales que le imponen. Abordar esta cuestión desde la realidad objetiva plantea numerosos interrogantes, más que respuestas o soluciones. Por ejemplo: ¿Qué tal lo hacemos? ¿Somos competentes? ¿Sabemos bien lo que nos traemos entre manos? ¿Qué nos falta o necesitamos? ¿Qué dificultades tenemos? ¿Qué hacemos para llenar las lagunas de una formación inicial deficiente o inadecuada? ¿Qué nos pide la sociedad? ¿Qué esperan de nosotros los alumnos/as? ¿Satisfacemos sus expectativas? ¿Estamos con o frente a ellos? ¿Pasamos de ellos o ellos de nosotros? ¿Quién soporta más a quién? ¿Vamos con los tiempos? Etc, etc.
Para ilustrar mejor la cuestión valga esta anécdota que cuenta Bertrand Tavernier, el lúcido e indignado director francés de la inolvidable película “Hoy empieza todo” (1999): Mi mujer se presentó para ser maestra a un examen que era alucinante, porque le exigían un nivel teórico elevadísimo. Nada sobre la forma de enseñar a chavales de culturas diferentes, que apenas conocen el francés; a gente que no dispone ni de una mesa libre en casa en la que hacer los deberes. Ésas son las cosas importantes. Eso es lo que hay que ir a ver y analizar. Conozco a profesores fantásticos que me dicen que lo primero que hacen para impartir clases en estos suburbios es tirar a la basura todo lo que han estudiado durante cuatro años (El País Semanal, 11-12-2005). De hacer de la necesidad, virtud, como se ha hecho siempre frente a la precariedad, es de lo que también escribimos esta vez a la luz de los tiempos actuales. En definitiva, de los fines y razones que motivan a resistir al profesorado actual frente a los peligros de una profesión socialmente cada vez menos atractiva y, a menudo, calificada de “alto riesgo”.
¿O acaso seguimos creyendo, como la ilustre y recordada Marta Mata, maestra de maestros, que la renovación pedagógica es un instrumento de cambio social y transformación cultural, a partir de la renovación constante de la escuela? En fin, ¿cómo, a pesar de todo, ya sea desde el compromiso, la convicción, la alegría, la rabia o la desesperanza - en palabras de F. Caivano (2003) - escribimos los docentes, nuestro cotidiano y “delicado poema pedagógico”?
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