Año: 2008 , Número: | |
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Pública defensa de la pública yanónima escuela pública española. Se merece un número doble de Educar(NOS); porque esta revista nació y aún vive en solidaridad con los fracasados escolares y sociales. Pero defenderla no es fácil; una maraña de contradicciones envuelve a toda la escuela española.
Basta saber que Educar(NOS) nació de escuela privada (1971): Casa-escuela Santiago Uno y la FP Milani de Salamanca. Y para que no sea una excepción, basta saber que ambas escuelas salmantinas nacieron del seno materno de las Escuelas Pías, es decir, gratuitas y públicas, desde el XVII hasta la posguerra civil española, cuando el régimen franquista las convirtió también en escuelas de pago. Una hecatombe que borró de nuestras mentes la hermosa síntesis entre libertad (privada) y primacía social, en el derecho de todos a una buena escuela. Así lo formuló en 1949 la heroína judía Simone Weil para la laica Francia:
“Las escuelas privadas, confesionales o no, no deben autorizarse en virtud del principio de libertad, sino por motivos de utilidad pública en los casos en que dichas escuelas sean buenas y bajo la reserva de un control” (Echar raíces, Trotta 1996).
El socialismo felipista, ya que no había públicas para todos, facilitó de nuevo la gratuidad de los centros privados que quisieran concertar su tarea con el Ministerio de Educación (1.1.1987) y convertir casi en públicas sus escuelas. Pero un rápido proceso camaleóntico llenó enseguida de fango nuestra democracia escolar. De exigir que todos los niños españoles tuvieran una buena escuela básica, se pasó a exigir para cada uno el derecho a elegir la que más le guste. Mercado educativo. Con un matiz: la escuela pública debe mantenerse neutra y sin idelogía y, las privadas, no. El truco fue meter educación (del espíritu nacional, tal vez) donde no ha de haber sino instrucción pública; en la escuela de todos.
De esta confusión verbal – tapadera también de la lucha de clases (sic) a base de una escuela mejor – padece hasta la izquierda; (por ejemplo, en vez de “educación para la ciudadanía” bastaba “conocimiento del marco legal”).
Hoy no se fían de la pública ni los progres. En Salamanca en los años de la transición se creó una escuela pública experimental, con profesorado a dedo, inaccesible mediante el concurso de traslados, para que las familias docentes (sic) de la ciudad llevaran allí a sus hijos sin mandarlos a monjas ni a frailes. Campo charro, creo recordar que se llamaba aquel invento, explicativo de por qué – cuando se hizo inviable – la mayoría de los progres, por rojeras que sean, siguen enviando a sus hijos a las privadas, incluso de pago y, si se puede, al extranjero.
Los maliciosos dicen que las reformas educativas rentan mucho a los políticos: generan esperanza y no se miden con resultados inmediatos; tardan en fracasar. Aquí había tanto por hacer (escolarización de todos, europeización pedagógica, etc.), que alguno – como Maravall, el más innovador – se quemó en el intento. ¿Podrán salvar sus profesores la escuela pública española?
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Comentarios
1 comment postedEste número doble de Educar(NOS) incluye los índices completos de las 41 revistas anteriores (1998 a 2008) y todos sus autores número a número. Tales índices pueden bajarse en pdf con la revista.