El mundo es ancho y ajeno

  • admin.milani
Posted: Mar, 2021-05-18 13:09
  • Posted:Lun, 2020-03-30. José Luis Corzo

Ojeaba las páginas de un libro de cuarenta autores entusiastas de los libros y, ya lo iba a cerrar, cuando me llenó de asombro y de alegría un comienzo. Era de apellido Alegría precisamente y, de nombre, Gonzalo: “Mi padre fue el escritor peruano Ciro Alegría, el autor de El mundo es ancho y ajeno”.

El corazón me dio un vuelco y devoré el texto. Ese libro está en mi estantería como el tesoro de una lección y de un episodio maravillosos.

Tardé muchos años en saltar el Atlántico. Si me lo sugirieron alguna vez, respondí que no me sentía capaz de ir a enseñar nada tan lejos, donde lo ignoraba todo. “Puedes ir a aprender”, me dijo uno. – ¡Qué cinismo por mi parte, pensé, ir a traerme aquí la sabiduría del tercer mundo! Y nunca fui, hasta que en 1995 – ya con 52 años – fui a Bolivia a ver a dos amigos admirables y a compartir con ellos mis dos meses de vacaciones en su misión de Anzaldo, no muy lejos de Cochabamba.

Cinco años después me invitaron a dar un curso de pedagogía en una universidad católica de aquella capital, y piqué. Una vez allí, también di dos o tres conferencias en la austera Universidad Mayor de San Simón. Me dolía ver pagar a los alumnos a la entrada del salón. Sí, yo renunciaba a cobrar, me dijeron, pero si ellos querían un certificado, tenían que pagarlo.

Accedí y en una de las charlas conté una historieta – bastante absurda en aquel lugar – que me solía servir para explicar mi idea de la educación. Era de Paco Martínez Soria, el magnífico humorista aragonés y catalán. En una de sus piezas contaba cómo habían llegado en tren a Madrid para ver a su hijo los tres, es decir, “los dos pollos [en una cesta] y yo”. Lo explicaba muy serio y con mucha gracia, y añadía que, al salir de la estación de Atocha, aturdido por el barullo del entorno, cubierto entonces por los scalextric que distribuían coches arriba y abajo, preguntó: – “Señora, ¿and’estoy?”. – “Está usted en Anchota”, decía que le dijo.

A mis oyentes cochabambinos tenía que aclararles muy bien que aquel error – de Atocha a Anchota – era la clave, y que aquella confusión era un acierto. Reflejaba la pregunta más honda que nos hará siempre cualquier escolar: “Maestro, ¿dónde estoy?, ayúdame”. – “Estás en Anchota, chaval, ¡en el ancho mundo!”.

– “Profesor”, levantó la mano un alumno del fondo, “¿conoce usted la novela de Ciro Alegría El mundo es ancho y ajeno?”. No, no la conocía, ni tampoco a su autor. Ignorancia imperdonable, como yo me temía. Y al día siguiente me regaló el ejemplar que ahora acaricio y con él la mejor lección posible de mi segundo viaje, ya dispuesto a enseñar donde tanto ignoraba. No sólo el mundo era ancho, sino también ajeno para la mayoría. ¡Qué joya de novela! Entre sus páginas guardo una foto de aquel maestro mío, Desiderio Clemente Ricardi, y dos páginas suyas, ajadas y en mal papel verde, que tituló “A propósito de la Pedagogía de Anchota: El mundo es todavía ancho y ajeno”.  

NOTAS. – J.M. Delgado y Manuel Suárez (eds), 40 miradas sobre el libro y su futuro (De la Torre, Madrid 2020). Y en él: G. Alegría, “Inte-legere: el libro como éxito vital” (pp. 51-53).

– La novela de Ciro Alegría (1909-1967) es de 1941. Sus viajes, libros y brillante carrera le hacen uno de los máximos representantes de la narrativa indigenista de Sudamérica.