PROFESORES HONORÍFICOS COLABORADORES
La Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León implantó en agosto de 2017 la figura del Profesor Honorífico Colaborador con el objetivo contar con “ docentes jubilados que tienen una larga y demostrada trayectoria profesional y que voluntariamente deseen seguir contribuyendo al sistema educativo a través de su participación en actuaciones relacionadas con la formación del profesorado, aportando una mejora cualitativa de nuestro modelo de formación permanente”.
Con esta finalidad, por Orden EDU/716/2017, de 23 de agosto, se regula dicha figura docente no oficial y el procedimiento selectivo para su nombramiento en el ámbito del sistema educativo no universitario de Castilla y León. Asimismo se desea también “destacar el potencial humano y reconocer la colaboración generosa del profesorado jubilado que voluntariamente aporte su experiencia y conocimiento”.
En este sentido, la Orden citada define como profesor honorífico colaborador, “al docente jubilado de larga trayectoria académica marcada por la excelencia, cuya contribución al sistema educativo haya sido de reconocido valor, y que voluntariamente quiera seguir contribuyendo y colaborando con los centros docentes públicos no universitarios de la Comunidad de Castilla y León y con el resto de órganos de la Red de formación permanente del profesorado”.
Llevo dos años jubilado y desde el momento en que conocí el Programa de Profesores Honoríficos Colaboradores, a través de la directora del CFIE (Centro de Formación e Innovación Educativa) de Salamanca, me interesé mucho por él, porque me pareció una excelente forma de aprovechar la experiencia pedagógica de muchos docentes recién jubilados, que aún conservan la ilusión y el amor por la enseñanza, como se hace en otros ámbitos profesionales, y que, sin duda, puede ser útil para el profesorado en activo y sus centros educativos.
Participo actualmente en la modalidad o vía Abierta, de las dos que el Programa prevé. Es decir, a disposición de los centros que soliciten nuestra colaboración, y, concretamente, en la línea de formación centrada en la “Mejora de la convivencia en los centros y resolución de conflictos”. Seguiré en ella, sin menoscabo de colaborar o asesorar en otros aspectos pedagógicos u organizativos, como determinados Planes o Programas educativos que el centro esté realizando o quiera iniciar, dada mi experiencia como director escolar. Y, concretamente, colaborando en mi anterior colegio, el CEIP “Nicolás Rodríguez Aniceto” de Salamanca.
Creo en el Programa, en su finalidad y viabilidad, y me encantaría que se consolidara, de forma que los centros docentes aprovecharan el conocimiento y la experiencia del profesorado jubilado que, desinteresada y modestamente, desde cierta distancia, quiere y tiene mucho que aportar, porque durante su trayectoria profesional destacaron como docentes. Es, por otro lado, una buena forma de seguir en contacto con la enseñanza, pero desde fuera, aportando humildemente el conocimiento y la experiencia acumulados durante una larga, intensa y rica trayectoria profesional.
En mi caso concreto, con transmitir entusiasmo por la enseñanza y eso sea bien entendido, o sea, acogido como un estímulo positivo que motive al profesorado a reflexionar y mejorar su competencia docente, me conformo. Y hasta ahora está siendo muy gratificante. Como sucede en otros trabajos vocacionales y creativos, la enseñanza ha sido para mí, como para muchos otros maestros y maestras, más que un modus vivendi, un estilo de vida, una forma de ser y estar en el mundo. Porque, en realidad, uno no deja de ser maestro y alumno, o mejor dicho, aprendiz, hasta que se muere.
Salamanca, 3 de noviembre de 2019
- blog de Alfonso Díez
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Comentarios
1 comment postedAlfonso, haces bien en dar noticias así de buenas, ahora que cunden las malas.