Que si se quiere frenar el fracaso escolar hay que dar a los peores los mejores profesores. ¿Y quién los sabe distinguir y escoger? Desde luego, se necesitarían incentivos: por cada chico rescatado, un plus de sueldo. Pero ¿cómo se mide un buen profesor? ¡Ojalá hagan otro informe PISA cada dos o tres años para medir a los profesores!
El Grupo Milani (y mucha más gente) lleva más de 40 años repitiendo con los chavales de la escuela de Barbiana, que el objetivo de la escuela es la igualdad de los chicos, no la selección y exclusión de los peores; ni siquiera la preparación de los mejores. Esto último ya vendrá tras la enseñanza obligatoria, (porque nos importa mucho que los mediocres no lleguen a ministros ni a cirujanos ni a bedeles siquiera). Aplaudimos en los 80 al PSOE primitivo por crear la “escuela compensatoria” para repesca de los rezagados, pero advertimos que todo el sistema escolar es compensatorio. Y lograr que lo sea es muy fácil: se mide el nivel social de una zona rural o urbana – paro, hacinamiento, familias numerosas, abandono... – y, cuanto menor sea, más se refuerza su escuela con una menor ratio profesor/número de alumnos, con el aumento del calendario y del horario escolar, etc. etc… ¡y ya está, casi!
Ahora sólo falta dar a los chicos otra motivación: “aún tenemos la mentalidad de aprendo para trabajar en un empleo. Y debe ser: aprendo para crear un empleo. Formo parte de la futura economía". Así nos lo ha dicho Andreas Schleicher, el director del Informe PISA. Pero, traducido, significa: no estudiamos para integrarnos en esta sociedad, sino para cambiarla (es decir, para ayudar a los últimos). Puede que por eso él añadiera: “un buen sistema educativo debe plantear cómo asegurarse de que los más necesitados tengan a los mejores profesores”.
Puede verse su entrevista en: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/02/02/actualidad/1391367495_762835.html
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1 comment postedCuando empecé a trabajar en mi nuevo colegio, el jefe de estudios, al cabo de un mes, al ver que metía tantas horas y trabajaba tanto, me dijo, con toda naturalidad: "No eches tanto tiempo, que nos dejas en mal lugar a los demás". ¡Me lo decía en serio!, se ve que el pobre pensaba que yo era como él, como ellos; el pobre no sospechaba que, con el pasar de los meses y los años, yo iba a seguir trabajando lo mismo, que no era una cosa inicial, temporal. Una característica de "los mejore profesores" será que no forjan entre ellos un convenio tácito para reducir a la baja el tiempo de trabajo, en beneficio de todos (de todos los profesores). Pero ¿dónde se encuentran esos profesores? En la "Carta a una maestra" se habla de un posible celibato del profesor, una entrega singular. Lo que pasa es que esta carrera (cuando se accede al oficio de profesor mediante una carrera y unas oposiciones) no deja de ser una profesión como las demás, y ¿por qué se habría de exigir precisamente a los profesores una entrega "desmedida", un tal sacrifio de sí, si no se exige al empleado de banco, al aparejador, al médico, al abogado? En los oficios donde se exige tal entrega, hay unos complementos de sueldo, o unos incentivos de algún tipo; a menos que haya directamente explotación por horas extraordinarias, pero no es el tema. No: las muchas horas de trabajo han de ser una característica irrenunciable del buen maestro, pero eso no es incompatible con el hecho de que también metan muchas horas sus homólogos en otras profesiones. Si no va a haber incentivo de sueldo extra, ni pensamos que la vía sea por ahí, la única solución es que la sociedad, de por sí, tenga como uno de sus valores sagrados la educación. Sería la única manera de que hubiera muchos profesores buenos. (He de decir que, en 27 años de docencia, nunca me he encontrado con alguien que trabaje tanto como yo; al menos en el colegio, y en las vacaciones; no sé lo que harán en casa). Pero el tener la educación como valor sagrado conllevaría que hay otros valores previos: el sentido del futuro, el sentido de la perfección, el sentido de la responsabilidad, el sentido de la entrega, del sacrificio, del amor. Y no veo que esos valores estén vigentes. Si no lo están, y son previos al valor de la educación, no veo cuándo llegará el tiempo de que el valor de la educación esté vigente.