Redoblar la escuela es lo que hay que hacer, porque a los que llaman “fracasados escolares” se les queda pequeña y una escuela canija no sirve para el sueño de la igualdad. La constitución italiana – como la nuestra – reconoce y declara que “todos somos iguales y tenemos los mismos derechos”. No está mal, pero añade algo más, muy importante, que viene a decir: “la República se compromete a retirar los obstáculos que impiden que lo anterior sea completamente verdadero” (art. 3º). Y ahí entra la escuela básica obligatoria, porque la ignorancia es un terrible obstáculo para ser igual, y ese artículo habla de Pepito, del chaval gitano, del hijo de familia pobre del arrabal, habla del paleto, del inmigrante, del repetidor…, pero nuestro Parlamento no se entera y nos encaminamos hacia el 8º ridículo nacional: otra Ley de Educación más, que nace medio muerta y yerra el tiro.
Duele escribir que lo marraba también aquel eslogan tan socialero: “una escuela única, igual para todos”. En un solo aprisco, lobos y corderos. No, llevamos gritando hace más de 40 años (desde que leímos a Milani y nació en Salamanca la Casa-escuela Santiago uno): ¡¡una escuela mejor para los peores!!, compensatoria para los más desfavorecidos, que en sus casas no tienen ayuda escolar, los lentos y pasotas. De lo contrario, esa escuela “única, igual para todos” resulta profundamente discriminatoria, aunque indolora.
Así nació el doposcuola – las clases particulares de los ricos de toda la vida – pero esta vez para los últimos: después-de-la-escuela, otra escuela mejor; sin notas, sin rivales, sin competencia. Tan distinta de la “única igual para todos” que se podría llamar – no paralela – sino perpendicular, contraescuela o, al menos, doblescuela. ¿Y quién la hará? ¿Aquellos socialeros de la “única” que llevan a sus niños a la privada? ¿O los peperos que defienden la segregación de género en las concertadas de calidad y excelencia? ¿Los curas? “¡No saben amar con la dureza del Señor!”, como los denunció la Carta a una maestra: “proponen a los chicos el Dios-dinero”.
Lo hará gente voluntaria que ame la justicia y la solidaridad con los pobres; y que no busque aprovechar la escuela para atrincherar sus privilegios, ni expandir su ideología, ni su fe. Los hay. Más de los que sabemos. En este número hemos invitado a los de Sant’Egidio (25 años en Madrid) porque nacieron con la Carta de Barbiana bajo el brazo; pero también a los de ICEAS de la escolapia M. Rosa Blanco en Orcasitas, y a las Cáritas parroquiales de Vallecas… y a los amigos del Peñascal de Juan Bedialauneta y (en nuestro nº 28 (2004) 13-14 ya estuvieron los de Manolo Pérez Real en Sevilla y, en el nº 57-58 (2012) 26-27, las escuelas de tareas de Pepe Segalés en Mexicali) y que nos escriban muchos más (por la web), porque los hay.
EDITORIAL de Educar(NOS) 63 (2013) de próxima aparición.
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Comentarios
1 comment postedYa lo estoy esperando. Frente a una escuela depauperada y raquítica, pedir hoy más y mejor escuela, pública preferentemente, es lo mínimo que podemos hacer. Educar(NOS) lo plantea y aborda consecuentemente, proponiendo lo que no podía ser de otra manera, una escuela que erradique la ignorancia para conseguir una sociedad justamente igualitaria, no la que da a todos lo mismo, sino la que da más a quienes, partiendo de condiciones peores, más la necesitan. Esto es puro Barbiana.