Hace 30 años (en 1986) nació otra "respuesta" educativa en las montañas que arropan el botxo (o agujero) bilbaino, tras la riada que casi se lleva entero el barrio del Peñascal atestado de casas de inmigrantes de otras zonas de España. Lo primero fue buscar formación profesional para ocho chavales sin oficio ni beneficio y, enseguida, montar allí mismo una escuelilla profesional de fontaneria y de soldadura para más chavales sin escuela. La parroquia escolapia dedicó a dos de sus seminaristas para que aprendieran y enseñaran esos dos oficios, a los que enseguida se unieron más voluntarios. Hoy, son profesores algunos de los ocho primeros alumnos, porque el Peñascal se ha convertido en un enorme centro de Formación Profesional (muy apoyado por las instituciones vascas) para cuantos llegan a sus puertas sin escuela y sin títulos. Podéis verlo en Deia 24 abril 2016:
Preferir a los últimos es el toque de Milani en El Peñascal, como lo fue en Barbiana y en Salamanca y en tantos otros lugares. A él recurrieron sus inventores en muchas ocasiones para formar a sus maestros de taller y a sus profesores. Por eso surgió de ahí la idea de este Premio Peñascal/Lorenzo Milani, que tanto nos alegra a los del Grupo Milani. No es otra la razón de que José Luis Corzo se haya visto metido entre pasteles junto a los políticos de Euskadi.
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