Cuando el profesorado no cuenta

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  • Alfonso Díez
Posted: Sáb, 2014-10-11 11:11

Con cada nueva ley educativa -y van ocho generales u orgánicas en apenas 44 años, desde la LGE de 1970, la famosa de la EGB para entendernos- parece que se quisieran abrir las ventanas del sistema educativo, viciado y obsoleto, para  que entren aires renovados, más frescos y revitalizantes, que lo sitúen en el presente de los nuevos tiempos. La educación, por prudencia y conservadurismo, siempre va detrás de la actualidad. Algo, sin duda, contradictorio, puesto que su finalidad es el progreso y el bienestar social, los cuales tienen más que ver con la innovación, la renovación ideológica, el pensamiento dinámico, la creatividad, la investigación, los descubrimientos, la amplitud de horizontes y de oportunidades, etc. que con la tradición y el inmovilismo.

Yo las he vivido todas, alguna con entudiasmo y la mayoría con decepción. Las leyes educativas, como todo lo que se anuncia a bombo y platillo, prometen más que dan. Forman parte importante de los programas políticos, y éstos, ya se sabe, son pura demagogia para ilusos e incondicionales. 

Cada ley educativa tiene sus palabras clave. Por ejemplo, en los años noventa, con la LOGSE, el currículo y los currícula, nos deslumbraban, frente a los programas renovados de la ley anterior, la LOECE, que, a su vez, sustituían (porque en el fondo, se trataba sólo de eso, de un cambio nominal) a las famosas fichas y unidades didácticas de la LGE. Pero lo que ya me pareció excesivo, por ridículo, es familiarizarme con expresiones tan pedantes y huecas como "panel vertical de aprendizaje" y  "segmento de ocio", entre otras, para referirse, respectivamente, a lo que conocíamos de siempre por la pizarra o encerado y el recreo. Increíble. Las palabras, la simple nomenclatura, por su efectismo pseudo-renovador, puede que aúpen a una ley para que salga adelante, pero más pronto que tarde caerá, ya que detrás de esa novedad terminológica no hay nada, sino vaciedad. Y, claro, los planteamientos del pasado vuelven a imperar, como en la famosa frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en su célebre novela Il Gattopardo, "que todo cambie, para que todo siga igual".

Y así ha sido. Ley tras ley, con la LODE, la LOPEG, la LOCE y la LOE, los términos clave han ido definiendo su finalidad: comprensividad, diversidad, significatividad, adaptación curricular, valores, transversalidad, niveles de concreción, calidad, competencias, excelencia... y, finalmente, la actual LOMCE, para no ser menos, nos regala otros neologismos para ponernos al día, como "cultura emprendedora", "estándares de aprendizaje" y "rúbricas o matrices de evaluación", por citar algunos, para seguir diciendo lo mismo de siempre, pero queda mejor. ¡Toma ya!, que por palabras no quede, oiga.

Entre tanto, el profesorado, sempiterno invitado de piedra, último eslabón de la cadena, no sabe ni contesta, sólo calla y obedece a los "expertos", esos superiores de la pirámide administrativa, que dictan las órdenes que les dictan, pero es él el que tiene que poner en funcionamiento, bajo su responsabilidad y sin los recursos adecuados, una máquina ajena que otros inventaron desde un despacho. Y si sale mal, la culpa al maestro armero; o sea, al profesorado, como siempre. No le auguro mucho futuro a la LOMCE, ampliamente contestada, todo un improvisado disparate que se impone a la fuerza, como un calzador, por motivos meramente ideológicos y electoralistas, sin contar con quienes han de llevarla a cabo, los maestros y profesores, y sin el consenso social necesario. Mal comienzo para una ley educativa, que, como cualquier otra que se precie, debería contar con un mínimo de apoyo de la comunidad educativa, y rezumar la esperanza y optimismo inherentes.   

¿El futuro de la LOMCE?, el mismo que el de las anteriores.

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  • 02/23/10
  • Dom, 2014-10-12 17:58

Buen artículo, Alfonso.

"No le auguro mucho futuro a la LOMCE" dices. Yo tampoco.

Es más le auguro el mismo futuro que tuvieron en el pasado todas las anteriores. Ningún nuevo gobierno ha dado tiempo a desarrollar la ley del anterior.

Insufrible para profesores, alumnos y padres. Pocos actualmente nos atrevemos a asegurar, por ejemplo, cómo se pasa de un curso a otro. Depende de si el curso es de Lomce, loe, lode, logse... lo... lo que sea.

Ni decir tiene el aclararse sobre las convalidaciones de títulos de FP (que estos días he sufrido) ya sean de LOGSE o LOE.

¿Y todo este afan de protagonismo político de los distintos gobiernos que hemos sufrido en educación han mejorado algo? La respuesta es unívoca.

Sólo llevamos dos leyes del sistema educativo que se merezcan una verdadera Ley Orgánica de Educación: la LGE y LOGSE, el resto... parches que merecen como mucho una regulación inferior.