CULTURA EMPRENDEDORA
Este curso hemos estrenado una nueva materia, el Fomento de la Cultura Emprendedora. Aún nos queda, por poco tiempo, la discutida Educación Para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, pero ésta no interesa. Desde el principio suscitó mucha desconfianza y temor entre los sectores social e ideológicamente más conservadores, abanderados por el Gobierno actual. Eso de los derechos casa mal, por lo visto, con el esfuerzo y la excelencia -¡menuda vara no llevan dando al respecto!-. Como para compensar el vacío, nos llega ya, pisando fuerte y con carácter transversal, la llamada grandilocuentemente cultura emprendedora a los centros docentes. Ya no se trata de formar ciudadanos libres, educados, competentes, responsables, críticos, solidarios y participativos. No. Ahora lo que se busca es otro perfil, el del moderno ciudadano, decidido, seguro de sí mismo y muy competitivo, potenciando la iniciativa individual, la imaginación y la creatividad al servicio de la empresa. Dicho así, uno, que ya es perro viejo y no se le va la mosca detrás de la oreja, tiene bastantes reticencias. No es que le parezcan mal algunas de esas capacidades, sino lo que se quiere hacer con ellas, que es distinto. Tener iniciativa, imaginación y ser creativo, es fundamental para desarrollar cualquier proyecto, incluso o, especialmente –añado- solidario. Pero, precisamente, no van por ahí los tiros de la normativa legal en materia de educación. Ya sabemos que la derecha es partidaria de un Estado más bien flaco, poco o nada protector; o sea, del “sálvese quien pueda” y “búscate la vida, joven”, que “a mí nadie me ha regalado nada y esto es la jungla”. Y qué mejor forma del Estado para liberarse de obligaciones sociales, justificando políticas austeras, eliminando derechos que han costado sangre, sudor y lágrimas, aplicando duros recortes económicos, sin ayudas a los sectores de la población más débiles ni subvenciones a proyectos encomiables, justos y esperanzadores… que la de preparar a la juventud, desde la escuela, a la lucha darwiniana por la vida, a competir “deportivamente” por sacar la cabeza, a medrar a base de codazos o zancadillas, y, en fin, a partirse la cara entre sus iguales, en pro de lo que han dado en llamar cínicamente la excelencia , a ganar y ser el número uno, independientemente de las desiguales condiciones de partida de cada cual. Y si no, véanse los numerosos programas de televisión que de esta naturaleza, nada casual, abundan últimamente. Un preocupante aviso para navegantes. Seguiremos al tanto.
- blog de Alfonso Díez
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Comentarios
1 comment postedAlfonso, lo que dices es acertado, pero yo no sé si va a ser tan grave. Habría que preguntarse si la Educación para la Ciudadanía ha tenido alguna repercusión educativa entre los alumnos, y, como calculo que no (pues entre los alumnos no suele tener gran repercusión nada de lo que se haga con intención educativa, al menos en este país), pues seguramente tampoco lo de la "cultura emprendedora" dejará gran poso.
Comentaba el otro día el director de mi colegio, en un acceso de sinceridad que se le escapó, supongo, (normalmente su discurso es que tenemos un buen alumnado), que el rendimiento que se recoge tras las clases, en el momento de la evaluación por ejemplo, es muy poco, en relación con todo lo que se ha hecho y se ha querido hacer. Así lo observo yo, en el colegio donde estoy, y en el anterior donde estuve 16 años.
También hay que tener en cuenta cómo se dan, esas asignaturas. Decía Milani que no hay que considerar cómo hay que hacer, para dar clase, sino cómo hay que ser; no le faltaba razón. Entonces, lo mismo antes para la Ciudadanía, que ahora para el Emprendimiento, si lo vamos a hacer con un profesorado que no lleva en la sangre, ni la ciudadanía, ni el emprendimiento, ni vale para ello ni creerá nunca en ello, pues es de imaginar el resultado que se obtendrá. (Si es que a alguien le importan los resultados; pues de eso hay también mucho, de hacer como que se hace, para justificar el sueldo -o para seguir soñando ilusionado con un alumnado que te escucha y que te quiere-, y no preocuparse de evaluar con realismo; que también parece que somos, en España, alérgicos a la evaluación).
Se parece, la cuestión, a aquello que decía no sé quién acerca del régimen de Franco, que era "una dictadura... suavizada por el sistemático incumplimiento de las leyes promulgadas". Como luego en la democracia, vaya.
La Educación para la Ciudadanía, si te digo la verdad, siempre me ha parecido una asignatura artificiosa, como que sobra. Mäs o menos como la antigua "Formación del espíritu nacional". Pero corro gran riesgo de que se me malinterprete si lo digo así; mi visión no es tan negativa. Lo que quiero decir es que, el hecho de que haya -de que tenga que haber - una asignatura llamada así, con esos contenidos, me parece vergonzoso para la sociedad en que se implanta. Es como lo de las "casas de cultura", que se empezaron a poner en pueblos y ciudades españoles cuando la transición. No creo que en países "de nuestro entorno" existieran casas de la cultura, sería desprestigiante para ellos que se pusiera algo así; la cultura es algo que está previamente, disuelto en la sociedad; si lo tenemos que poner desde arriba, mala señal; y difícilmente se implantará. Pues con la "ciudadanía" pasa lo mismo: malo es que esa educación no la traigan ya de casa. E improbable que, con un profesorado y un alumnnado sacados de la cantera de esa misma sociedad, que ven los programas de la tele que ven -en vez de hacerle el boicot-, llegue la cosa a cosechar resultados.
Por otra parte, también pienso que los contenidos de la Ciudadanía podría estar desparramados (no transversalmente, sino gozando de unidades didácticas específicas) en otras asignaturas. No me parece que el curriculum de Ciudadanía sea tan sólido como para constituir una asignatura por sí misma. Pienso mejor lo otro; y que esas unidades didácticas no se situasen al final del libro, claro, cuando ya nadie las da.
Pero, bueno, la asignatura de Ciudadanía -que la he impartido- tampoco me estorbaba. Lo único, la gran disparidad de presentación y contenidos según la editorial que usases. Me recuerda, algo, a la imposibilidad que ha habido, en nuestro país, de ponerle letra al himno nacional, y de aprobarla en el congreso.
Y, en cuanto al emprendimiento, bueno, tengo entendido que un gran porcentaje de las patentes de inventos que se presentan en España, son presentadas por... extranjeros que viven en España. Me tengo por persona creativa y emprendedora, siempre tuve cierta simpatía -cierta, sin pasarse- por la cultura estadounidense, y tengo que decir que no me he sentido a gusto entre los españoles, por su falta de iniciativa y de originalidad. Ya sé que pasa en realidad en todas partes -la gente original no abunda nada-, pero hay contextos donde al menos se fomenta, aunque sea con mitos como "llegar de botones a director del hotel", "el hombre hecho a sí mismo" y cosas así. Mi padre era un hombre que hacía cosas, tenía amigos que eran parecidos a él: yo me crié en ese entorno; pero eran pocos amigos; tenían un dicho, basado en su experiencia con la sociedad en torno: "Descubre mundos nuevos y te cortarán los huevos". No sé, ya veremos cómo se desarrolla la cosa.